17 agosto, 2013

Estambul, islas. 12 ago



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Tras intentar encontrarme con Yusuke, un contacto de internet, varios días y ser imposible (por no tener
Santa Sofía desde Marmara Hotel
simcard de Turquía), quedamos en ir el domingo a las islas príncipe. Parece ser que quedar en el embarcadero no fue lo más concreto que pudimos acordar... hay varias compañías que hacen el recorrido por lo que hay varios embarcaderos. Como es obvio no nos encontramos. Gracias a que los turcos son muy simpáticos, pude llamar con el teléfono de unas chicas al susodicho japones, que me dijo que ya estaban en el barco. Al menos ya estaba despierto, y tuve la oportunidad de visitar unas islas que de otra forma no se
me hubieran ocurrido visitar.

Pagué mis 9 liras, unos 4 euros, y fuí a las islas. Pasé por Kinaliada y Burgazadasi, en esta última el ferry se daba la vuelta, para entonces pude leer en el ordenador que las islas interesantes eran Heybeliada y Büyükada, así que el personal de allí me dejo esperar sin tener que volver a pagar.

Una vez en Büyükada solo hay 3 opciones, carro de caballos, bici por 8 euros el día o andar. Tras recobrar energía en el Día, aunque sin atún asequible los de Turquía :( decidí subir una cuesta para ver las vistas desde arriba. Luego subí otra cuesta, luego otra, vi como no podía más y me tenía que parar, justo cuando una anciana me pasó a toda velocidad, que mujeres las turcas, que las darán para tener tanta energía hasta tanta edad ??.

El paseo es como andar un bosque, bonito, relajado, con vistas impresionantes desde arriba. No merece la pena alquilar bici ya que lo más interesante está, en mi opinión, desde los 2 o 3 picos altos que hay en la isla, y subir la cuesta empujando la bici es una pesadez.

La vuelta fue por 5 liras, 2 euros, y lo mejor del viaje fue la puesta del sol con la catedral de Santa Sofía, algo impresionante imaginar que en el año 537, cuando el imperio romano había caído en occidente, cuando los bárbaros había conquistado la península ibérica, cuando las construcciones que se hacían en esa época eran simples iglesias celtiberias de pocos metros y con ventanas minúsculas para que no se derrumbara la estructura. En esa época, ser navegante a borde de un barco dirección Constantinopla debía ser algo surrealista, ver lo mismo que yo estaba viendo pero sin haber visto nada semejante en la vida. La sensación de poderío del imperio Bizantino debería ser brutal entrando por barco a la ciudad. Imagino que algo parecido, salvando las distancias, debería pasar con los inmigrantes europeos que llegaban a Nueva York viendo la estatua de la libertad y los altos rascacielos del Empire State Bulding o Chrysler Building . Imagino que hasta la época, una cúpula similar en dificultad fuera la del Panteón de Agripa, en Roma, y nada más en el resto del mundo.





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